jueves, 2 de abril de 2020

Ehunmilak 2019: Las cien millas vascas

El 2019 fue el año de la revancha. El año anterior tuve que retirarme de la Transgrancanaria por un esguince y la Ehunmilak se acortó por las tormentas eléctricas, así que decidí repetir el plan este año.

Finalicé la Transgrancanaria 2019 con éxito en febrero, en menos de 22 horas y puesto final 152 (de 772 starters, 525 finishers). Tras un mes y medio de descanso, retomé la preparación de la Ehunmilak con una carrera de 50km/+2100m en Gales, la Brecon Beacons Trail Running Event, y un par de entrenamientos largos en la zona del Txindoki. De especial valor e interés fue la casi triple subida desde Amezketa a Txindoki y al Gambo con mis primos Jorge y Marcos durante un total de unas 12 horas. Jornada para el recuerdo!

Con Jorge y Marcos preparados para subir al Txindoki desde Amezketa

Día D (12 julio 2019): La carrera empezó a las 6pm con bastante calor. Los primeros 20km hasta Zumárraga supusieron sudar mucho. Fue la parte más calurosa de toda la carrera, por lo que me iba tomando mis pastillas de sal e hidratándome bastante. Noté que la gente (o quizás era yo) salió bastante rápido. De hecho, recuerdo que el año pasado se formó un embudo al comienzo de la primera subida, según se pasa de un camino ancho al sendero. Este año fue bastante más rápido.

Recogiendo el dorsal con mis tíos Eduardo y Jose...y Carlos!

Salida en Beasain

En este primer tramo hay dos subidas fuertes pero estamos aún con fuerzas y se lleva bien. En Zumárraga (2h54m / km 20) me encuentro con mis tíos Edu y Jose y Carlos, lo cual es un subidón de moral. Paro a comer y beber y me dicen que soy el 140 de carrera, mejor de lo que pensaba!

Avituallamiento de Zumárraga (km 20)

Me despido de la familia (ya hasta el día siguiente) y nada más salir de la ciudad empieza otra subida que tomo con tranquilidad pero a buen ritmo. Me acuerdo del año pasado y eso ayuda a ubicarme. En todo este tramo hasta Azpeitia (8h47m / km 53) voy prácticamente sólo. Eso sí es una diferencia con respecto al año pasado donde me uní a dos corredores y se hizo la noche bastante amena y sin el miedo al sueño que tenía esta vez. Sin embargo, afortunadamente no me entró. Además no encontramos barro y al caer el sol la temperatura se hizo muy agradable.


La temida bajada de más de 700 metros de altura a Azpeitia por la calzada romana fue asequible, sin resbalones este año, pero eso sí, dejando las rodillas muy machacadas tras tanto tiempo golpeando sobre piedra cuesta abajo.

En Azpeitia paré un buen rato a alimentarme. Desde hacía ya un par de avituallamientos notaba ácidos al tragar incluso cosas simples como la naranja, pero sabía que la necesitaba igualmente así que seguí tomándola a pesar del dolor posterior de los ácidos en la garganta.

Entrada en Azpeitia (km 53)

El único tramo de la carrera que no conocía era el de Azpeitia a Tolosa, y he de decir que fue donde peor lo pasé de toda la carrera. Al cansancio a esas horas de la mañana se unía la debilidad psicológica de lo desconocido y se formó un cóctel que no se repitió más en toda la carrera...afortunadamente!

Me notaba muy débil en la subida a Zelatun. La inclinación del terreno era brutal y parecía que no se terminaba. Estuve cerca de 3 horas subiendo prácticamente todo el rato! Sólo pude tomarme a mitad de subida un gel sabor Cola que me supo a rayos, pero que me dio las fuerzas suficientes para continuar.

En Zelatun (11h44m / km 66) empezó a amanecer y puse la radio en mi MP3 para relajar la mente y que no enrocarme en lo mal que lo estaba pasando. Poco a poco fui cogiendo fuerzas, pude comer y beber más, y tras coronar el Ernio empecé una larguísima bajada de casi 1000 m de altura a Tolosa en la que ya me sentía mejor, acompañado de la luz del sol. El gran bache, que sin saberlo aún iba a ser el más grande de la carrera, había pasado.

En Tolosa (13h53m / km 77) me esperaba mi tío Eduardo. Yo había dejado una bolsa de vida y aproveché para cambiarme de camiseta y calcetines mientras comía una sopa con fideos, unos macarrones, y le contaba a mi tío las sensaciones. Tras pasar un chequeo de material en el que me pidieron enseñar el DNI, continúo viendo que me mantengo en posiciones rondando el 130 a pesar del largo mal rato que pasé.

Cambiando de ropa y contando sensaciones con el tío Edu en Tolosa (km 77)

Desde Tolosa, a pesar del cansancio, es otra cosa. Este tramo lo había hecho entrenando y más o menos a la misma hora. Me da fuerzas pensar que sé lo que va a venir y sigo corriendo todo lo que puedo y caminando cuando las cuestas se inclinaban mucho. Llego a Amezketa (17h12m / km 96) casi al mediodía y empieza a notarse el calor de nuevo, pero afortunadamente está nublado y el sol no nos da de pleno. Eso va a venir genial en la subida al Txindoki.

En Larraitz, al comienzo de la subida al Txindoki, me da otro subidón de autoestima cuando vuelvo a encontrarme a mi tía José, mi tío Eduardo y mi hijo Carlos. Qué alegría nos dio a todos vernos! Besos y abrazos que sentaron mejor que cualquier gel :)

Recuperando fuerzas psicológicas con mi tía Jose y Carlos en Larraitz, antes de la subida a Txindoki

Me encontraba bien mentalmente y esta subida la había hecho 4 veces en las ultimas 6 semanas así que tenía confianza y sabía que podía beber con tranquilidad ya que en la subida hay dos fuentes de las que se puede beber sin temor a problemas estomacales. La subida fue de todos modos lenta, de más de 2 horas hasta el pico Gambo (km 105),  las piernas ya llevaban muchos kilómetros encima. Desde ahí un par de repechos más y bajamos a Lizarrusti (21h53m / km 116) sin parar de correr en todos los descensos y llanos posibles. Seguimos mejorando poco a poco posiciones.


En Lizarrusti vuelvo a ver a mis tíos y a Carlos, que está durmiendo. Gracias al empuje de mis tíos paro en los servicios sanitarios para que me miren una ampolla pequeña pero muy dolorosa en el dedo meñique del pie que llevaba muchas horas dándome guerra. La verdad que mereció la pena, qué diferencia a partir de ahí!

Saliendo de Lizarrusti (km 116) con la ampolla curada, qué alivio!

Me despido de ellos hasta el próximo punto, Etzegarate, y me adentro en "el bosque encantado" como decían algunos. Desde luego es el tramo que más leyendas urbanas abarca. Oí de todo hasta llegar: que si es el peor tramo psicológico de la carrera, que si es el único tramo donde vienen marcados todos los kilómetros para que la gente no decaiga (mentira)...el caso es que es un bosque sube-baja bastante monótono que no sabes cuándo termina y desespera. A mí incluso me entró un dolor en una rodilla que me impedía correr y me temí lo peor (había tenido algo parecido en el UTMB y fue una tortura). Me puse a andar durante unos minutos, luego, poco a poco, volví a trotar y se me pasó, pero ya me estaba viendo abandonando por problemas con el menisco o algo así. Afortunadamente como vino, se fue. Sería un embrujo del bosque encantado? :)

La llegada a Etzegarate (25h 10m / km 130) fue inolvidable, con mi pequeño corriendo hacia mí cuesta arriba cuando me vio...muy emocionante. En este punto tenía la segunda bolsa de vida. Volví a cambiarme la camiseta y los calcetines pero esta vez también cambié las zapatillas New Balance Hierro v4 por unas Hoka ATR Challenger 3 muy cómodas, anchas y amortiguadas, que era lo que necesitaba para mis hinchados y doloridos pies. Me despido de mi tía Jose y de Carlos, ya que se acerca la noche y ellos se van a acostar. Si seguía a ese ritmo llegaría a la meta en la madrugada, mala hora para la afición, pero mi tío Eduardo estaría allí fuese la hora que fuese, bravo!!

Carlos corriendo hacia mí al verme llegar a Etzegarate...momentazo!

En estos últimos 40 km sucedieron muchas cosas. Yo seguía con mucho ánimo y a un ritmo que no me esperaba. Tras pasar Zegama, un corredor me pide usar mi móvil para llamar a su mujer ya que se iba a retirar debido a su rodilla, machacada tras 135km. La llamamos y allí se quedó en la carretera esperando que le recogieran. Me dice que si sigo así me quedaban unas 7 horas para llegar a meta (llevaba 27 o 28 horas en ese momento).

Tras eso llegó un tramo odioso (al menos en ese momento para mí) con neblina y sube-bajas interminables hasta llegar al avituallamiento de San Adrián (27h36m / km 139), donde la amabilidad de los voluntarios y su buen rollo con los asturianos me despeja y aclara la mente, otra vez positiva para afrontar la subida al Aizkorri.

En esta subida se hace de noche. Tras pasar la ermita de San Adrián empieza una pronunciada subida por zona arbolada. Al salir de allí hace un viento fuerte combinado con neblina. Como las fuerzas ya flojean, el viento incluso me tambalea y tengo que andar con cuidado en una parte donde el camino tiene una caída vertical a un lado. Hace frío. Parece que nunca llega el refugio del Aizkorri pero empiezan a oírse las voces del personal de la carrera. No es punto de avituallamiento así que sigo sin parar para no destemplarme.

La bajada es una pesadilla. No es zona de correr, debido al tamaño de las rocas. Hay tanta niebla que apenas alcanzo a ver el siguiente reflectante para continuar por el camino correcto. Los metros avanzan muy lentamente. En el siguiente avituallamiento nos aconsejan ir juntos a Rafael, otro corredor de Huelva con el que coincidí, y a mí, para poder ayudarnos con la poca visibilidad...y menos mal! Incluso juntos perdimos el camino alguna vez al no ver más allá de un par de metros. Además sigue haciendo viento y el ambiente es muy húmedo.

La bajada bosque a través hasta llegar al avituallamiento de Oazurtza (31h05m / km 148) acaba de machacarme las rodillas. Son casi 700m de bajada vertical en un terreno de tierra suelta que precisa de una potencia de piernas que no tenía, y encima durante más de una hora. Al llegar a Oazurtza tuve que sentarme a relajar el dolor que sentía por las dos piernas.

Una vez recargada un poco la barra de energía, continúo camino de Mutiloa. Aquí me separo de Rafael ya que intento correr algún tramo y él decía que ya no podía correr. Un placer ayudarnos en esas condiciones y ese tramo tan duro!

En Mutiloa (32h54m / km 158) me uno a un grupo que decide tirar para bajar de 35 horas. Me parece apurado al ritmo que podía llevar a esas alturas pero me uno a ellos. Primero sólo andábamos aunque ritmo muy ligero pero esa zona es bastante llana así que algunos con fuerzas nos pusimos a trotar lo que podíamos. Y así hasta entrar en Beasaín donde un cúmulo de emociones me invadieron tras una gran aventura con altísima exigencia y cuyo resultado fue mucho mejor que mi mejor pronóstico.

Al llegar a la plaza del ayuntamiento veo que me esperaba mi tío Eduardo. Eran casi las 5 de la mañana y ahí estaba, con una sonrisa y compartiendo orgulloso la alegría en su rostro...qué tío! (y nunca mejor dicho)


Finalmente fueron 34h 46m, en el puesto 94 de 280 finalistas (515 starters). Increíble! Qué carrerón! Qué experiencia! Desde luego una carrera muy recomendable con una organización de 10, unos paisajes preciosos y un ambiente que hace sentirte especial a pesar de ser uno más, y eso no pasa en todas las carreras.

jueves, 15 de marzo de 2018

Lavaredo Ultra Trail (LUT) 2017

En 2017, mi carrera del año fue Lavaredo Ultra Trail (LUT). Carrera de 118km y desnivel +5800m que parte de Cortina D´Ampezzo y recorre lugares emblemáticos de las Dolomitas. Es una de las carreras del Ultra Trail World Tour (UTWT).


La preparación este año ha sido mucho menor comparada con años anteriores, debido a que en Navidades llegó mi primer hijo, Carlos. Por eso, prácticamente la preparación se basó en carreras oficiales: Trail Mt Cheaha 50km (Alabama, USA), Trail de la Primavera 65km (Bélgica) y Hexentanz Ultratrail 110km (der Harz, Alemania).

Me desplacé desde Colonia, Alemania, a Cortina D´Ampezzo con mis padres, mi mujer Marichu y el pequeño Carlos. Primero en tren hasta Múnich, y allí alquilamos un coche por pareja haciendo noche en Garmisch-Partenkirchen. Mis padres aprovecharon para subir al pico más alto de Alemania, el Zugspitze (2962m).

En la cima del Zugspitze, 2962m

Una vez en Cortina en realidad nos alojamos en una casa a 30minutos del pueblo, en San Vito di Cadore. El tiempo era agradable pero nos decían que todas las tardes caía una tormenta muy fuerte durante 30 minutos o una hora. Y así fue excepto el día anterior a la carrera, que llovió toda la noche.


Tras recoger el dorsal, visitar la feria del corredor y comer en Cortina, el día de la carrera volvimos a nuestro alojamiento a dormir la siesta (o al menos intentarlo :) ) ya que la carrera empezaba a las 23:00. Algo similar hice para el UTMB, pero esta vez la siesta no resultó tan profunda ni larga.

Me fui con mi padre y mi madre en el coche a Cortina unas dos horas antes del pistoletazo de salida. El ambiente era el de las grandes carreras. El centro del pueblo a rebosar, música, las palabras del comentarista, entrevistas a favoritos, fotos con mis padres para el recuerdo...Hacía bastante buen tiempo. Llega la hora. Silencio. Suena Ennio Morricone (El Bueno, el Feo y el Malo), qué momento y qué canción! Sensaciones a flor de piel. Nervios...Y empieza la carrera!!


Voy grabando la salida del pueblo, saludo a mis padres, y nos adentramos en la oscuridad iluminada por frontales. Son 1500 corredores por lo que el ritmo no es el que uno quiere. Paciencia. Se irá estirando el pelotón. Desde el principio la cosa pica bastante hacia arriba así que tiro de bastones y me pongo a correr y a caminar, según el tramo. Me encuentro cómodo de ritmo pero incómodo de sensaciones. Pensé que sería sólo el principio pero no. Me doy cuenta que ya he empezado la carrera cansado. Es tarde y creo que no he descansado bien ese día. La siesta no fue buena y lo estoy notando.



Tras una subida de +600m empieza una bajada de sendero con algunas raíces de árbol peligrosas. Tengo que estar muy atento porque ese cansancio que tengo no quiero que se traduzca en una mala pisada y retorcerme un tobillo. Llegamos al primer avituallamiento, Ospitale (km18, 2h10m). Voy en la posición 294 de los 1500 starters. Está muy bien! Sin embargo sigo incómodo, cansado. Recupero fuerzas y sigo con calma sabiendo que toca una gran subida al Forc Son Forca (2200m). Una subida larga y ya de madrugada. Va haciendo cada vez más frío a medida que subimos así que decido parar a ponerme una segunda capa. De paso, enciendo mi MP3 con la idea de buscar un revulsivo a mi estado de cansancio, ya que la comida del avituallamiento no cambió mucho en mí. Recuerdo la gran ayuda que me dió la música en el UTMB y pienso en algo similar...

Efectivamente! Primera canción, suena Felpeyu "Tierra", me llegan buenos recuerdos de fiestas de verano en Asturias hace muchos años, y resurjo cual Ave Fénix. Ni geles, ni barritas! Una buena canción que despierte las neuronas es la mejor terapia! Me siento con fuerzas y acabo la subida a buen ritmo y empiezo a descender. Sigo por el Passo Tri Croci y bajo hasta el siguiente avituallamiento de Federavecchia (km33, 4h14m).



Desde ahí empieza una larga subida, con una zona llana de descanso por el medio alrededor del impresionante Lago Misurina (más impresionante si coincide con el amanecer, como me sucedió a mí), cuyo objetivo es el punto más emblemático de la carrera, a la vez que el punto más alto, el Refugio de Auronzo y las Tres Cimas de Lavaredo. Esta parte de la carrera es impresionante. Ya desde el lago se puede ver cómo el sol va iluminando Lavaredo. Los paisajes son auténticos Patrimonio de la Humanidad. La subida hasta el refugio es muy dura. Hay que parar a descansar varias veces. Pero es una parte inolvidable para el corredor y amante de la montaña.



En el refugio de Auronzo (km50, 2333m) hace mucho frío. Entro en el avituallamiento a tomar sopa caliente y algo de embutido. Saco fotos hacia todos los lados. Las piernas ya están fatigadas de la paliza. Pero hay que seguir para no coger frío. Desde ahí empieza una larga bajada que será recuperadora. Además cada vez calienta más el sol y la temperatura se hace muy agradable.


Tras una larga bajada de casi 1000m y un falso llano llego al avituallamiento de Cimabanche (km66, 9h22m). Allí me esperan mis padres. Es el ecuador de la carrera. Son las 8 y pico de la mañana y este encuentro me recarga los ánimos. Llevaba desde el Refugio de Auronzo pensando en ello y, como siempre, fue una gran motivación y ayuda. Sin duda no disfruto lo mismo en las carreras sin el apoyo familiar, ni tengo tanta fuerza psicológica para seguir.

En Cimabanche me cambio de ropa con lo que había dejado preparado a mis padres. Como. Bebo. Voy a buen ritmo. Estoy en la posición 233, guau...mejor de lo que esperaba!! Tras charlar con ellos de los altibajos de la noche, retomo el camino pensando que a lo mejor puedo verlos de nuevo en el siguiente punto. Ellos deben dar un buen rodeo con el coche pero quizás lleguen...


A partir de Cimabanche empieza otra carrera. La carrera de día. La carrera con el sol pegando fuerte. Paso a la manga corta, a la gorra, y con mis Hoka ATR Challenger y mis bastones empiezo a subir a Forc. Lerosa. Es una subida de unos 500m, pero con el solazo y el cansancio acumulado me entra la primera gran pájara. Veo cómo me pasan los corredores con los que compartí casi todo el camino hasta ahora. Tengo que parar a refrescarme en el riachuelo. Más adelante tengo que sentarme porque estoy mareado. Como un poco más. Casi termino con el agua. Afortunadamente cerca de la cima un avituallamiento extraoficial ofrece agua que me da la vida.Ya sólo queda la bajada. Con calma para no retorcerme un tobillo, ya que me encuentro débil, troto hacia el siguiente valle hasta Malga Ra Stua (km76, 11h31m). Más de 2 horas para apenas 10km!



En Malga Ra Stua están de nuevo mis padres, que alegría! Me notan la pájara. Me tomo con calma esta parada porque tengo que recuperar antes de enfocar lo que parecía la parte más difícil de la carrera. Hablo con ellos y recupero el ánimo. El calor aprieta aún más. Estamos a casi 35 grados.


El siguiente tramo hasta el Refugio Col Gallina, con una subida de unos 1000m al Forc. Col del Bos por el medio, supone el tramo más duro por las condiciones del día, el terreno, y mi ya deteriorado estado físico. En este tramo vi a corredores retirarse. Vi a corredores beber de riachuelos porque ya habían acabado el agua (yo entre ellos!). Y vi paisajes impresionantes. Un buen tramo se recorrió por terreno de piedra, entre altas montañas, en el que no había ninguna sombra, tan sólo se cruzaban riachuelos. Se me acabó el agua en un momento dado y, aunque desde bien pequeño me enseñaron que no debo beber de los ríos (y no lo hago), aquí tuve que hacerlo por pura deshidratación, con la suerte de que no me entró ningún contratiempo en el estómago. Precisamente en este tramo parece ser que el corredor élite Pau Capell, que estaba corriendo para ganar, tuvo que beber del riachuelo y más adelante en el Refugio Col Gallina abandonó por encontrarse indispuesto y tener incluso la visión borrosa!

Tras beber del río continúo la subida en fila junto a los demás. Llegamos a un punto con una fuente (Malga Travenanzes, km89). Un buen grupo descansa aquí con agua fresca y recupera fuerzas. Es una zona más verde, menos rocosa que antes, y con más sombras. Hago cima en el Col del Bos y saco unas fotos al impresionante paisaje de las Dolomitas, con las Cinco Torres detrás de mí.


Tras bajar un rato volvemos a subir para pasar por un antiguo poblado de piedra hecho en la montaña por el ejército durante la Primera Guerra Mundial. Impresionante! Estas subidas marcadas en el mapa de la carrera como pequeños dientes de sierra las infravaloré y se me hicieron más largas de la cuenta. Son duras y no son tan cortas, cuidado con eso!

Desde ese poblado ya se ve el Refugio de Col Gallina. Voy a ver otra vez a mis padres y, posiblemente, a Marichu y a Carlos también, ya que llegaré a una hora normal. Qué bien! Abajo!


A Col de Gallina (km94, 15h38m) llego el 249. Me saco fotos con los cuatro fans que me esperan :) Les cuento el calvario del último tramo. Ya no sé si los volveré a ver hasta meta. No puedo parar mucho para no enfriar así que tras una buena dosis de familia y comida, continúo.

El siguiente tramo es una subida que sigue una pista de esquí, por lo que es muy vertical y zigzaguea mucho. Hay que tomarla con calma. Para mí no fue tan dura porque la peor pájara ya había pasado, y no me exigí más de la cuenta. Antes de llegar arriba un chico me pide un gel energético, me enseña que tiene la barriga hinchada y que no es capaz de tragar la comida y va a intentarlo con el gel. Le dije que tuviese cuidado y sigo.

Tras llegar a la cima, el Refugio Averau (km97, 17h05m), se pasa por una zona sube-baja de camino con piedras antes de enfocar una subida relativamente corta pero muy dura y vertical que me machacó psicológicamente, la subida a Forc Giau. Además las nubes y los truenos que llevamos un rato escuchando se encuentran ya encima de nosotros, y empieza a lloviznar y a enfriar arriba.

Es importante destacar que eché mucho de menos no haber reconocido el terreno previamente, sobre todo para el entrenamiento psicológico. Noté la diferencia con respecto al UTMB, por ejemplo, donde reconocí 2/3 del camino antes de la carrera. Saber lo que te va a venir marca la diferencia, aunque sufras lo mismo físicamente.

Desde Forc Giau, donde me pongo la chaqueta impermeable, ya sólo queda bajar..."sólo"...una bajada de casi 15km y más de 1000m de desnivel que me destroza los cuádriceps que me quedaban. Hay zona de piedras, zona de tierra suelta muy vertical, asfalto...

Ya se ve Cortina D´Ampezzo, entramos en las calles y se oye la megafonía al fondo. Voy a terminar esta gran aventura con paisajes de ensueño y con un tiempo que no me esperaba.

Entro en la calle principal. La llegada me recuerda a la de Chamonix. Voy saludando a ambos lados a todo el mundo que me anima. Me emociono. Veo a Marichu que me da a Carlos para entrar con él los últimos metros y...¡conseguido! Finalmente fueron 20h y 24m para acabar en la posición 240. Qué gran final rodeado de los míos. Otra carrera de las Top que he podido terminar, sufrir y disfrutar!




sábado, 14 de enero de 2017

Leadville LT100: "I commit! I won´t quit!" (2016)


La gran carrera de 2016, tras ser afortunado en la lotería que hay para conseguir plaza junto a mi hermano Carlos, fue la mítica y legendaria Leadville LT100.


La preparación durante 2016 fue muy aceptable, con buenos tiempos en cuatro ultras (Bel Monte Endurance Race 50 miles, Ultra Trail de Barcelona 100K, Gran Trail de Courmayeur 90K y Süntel Trail 50K), y una lesión grave que me tuvo parado todo el mes de mayo.

El viaje lo preparamos con tiempo ya que es muy difícil encontrar alojamiento, finalmente Carlos y yo nos alojamos en una habitación en casa de una familia lugareña a través de Airbnb. Nuestros vuelos llegaban a Denver y desde allí alquilamos un coche para llegar a Leadville.

Durante los días de aclimatación ya en Leadville preparamos una crónica pre-carrera para “Carreras de Montaña”, aquí el enlace a la crónica, donde describimos un poco las sensaciones y lo que nos espera.

Han pasado 5 dias en Leadville y parece que nos hemos acostumbrado a la altitud, al menos no tenemos dolor de cabeza. Además hemos hecho 4 días antes de la carrera, y como excursión de montaña, la subida de Twin Lakes a Hope Pass para reconocer el terreno y ayudar a aclimatarnos. También otra excursión por el Colorado Trail donde estuvimos varias horas a 3500m sin mayores problemas.

 Carlos y Lorenzo en Hope Pass summit, 4 días antes de la carrera LT100


Eso sí, cuando salimos a trotar un par de veces por Leadville, notamos que nuestro ritmo "cómodo" es ahora más lento, estamos más agitados. Esto nos avisa de lo que pasará en carrera. Hay que correr con cabeza.

El viernes 19 asistimos al briefing obligatorio donde Ken Chlouber (el fundador de la carrera) y su equipo nos actualizan con la previsión del tiempo, nos avisan de los peligros médicos de la carrera y Ken nos arenga con sus frases famosas y nos hace levantarnos del asiento para hacer una promesa: "I commit! I won´t quit!".
Carlos y Lorenzo en la recogida de dorsales con Tim Olson, recordman de la Western States Endurance Run

Por la tarde llevamos al punto de recogida las bolsas con nuestro material de apoyo que encontraremos en los avituallamientos que hemos decidido en nuestra estrategia. En este caso, una en Fish Hatchery (milla 24 y 76), otra en Twin Lakes (milla 39.5 y 60.5), y por si acaso, una bolsa con unos pocos articulos en Winfield (milla 50), mitad de carrera.

Llega el sábado, el despertador suena a las 2am. Los nervios no permiten dormir mucho de todas formas. Todo preparado. Atrás quedan esos largos entrenamientos. Esa colaboración en casa, sin el apoyo de nuestras mujeres sería imposible llegar aquí. Esas lesiones, esos masajes recuperadores, esos tratamientos mágicos en la Clínica Fisiolab, nuestro gran aliado en los problemas físicos, sin duda un acierto si vives en Madrid.  Tras desayunar vamos andando a la salida en el centro de Leadville junto con otros dos corredores que se alojan donde nosotros y con quien hicimos amistad. Hace frío, 3 grados. Un montón de frontales alumbran mientras la gente intenta no estar quieta. Dan las 4am, pistoletazo y empieza la carrera!

 Carlos y Lorenzo con nuestros compañeros de alojamiento y aventura, Stephan y Casey, antes de la salida


Intentamos coger nuestro ritmo, hay mucha gente y la falta de oxígeno agita nuestra respiración. Nos lleva unos kilómetros encontrarnos cómodos. Afortunadamente el terreno no es muy exigente. Es carretera y, en general, tiende hacia abajo. Además el ambiente nos impulsa. Le digo a mi hermano Carlos que afloje un poco, no porque no podamos ir a ese ritmo cómodamente, sino porque hay que reservar fuerzas.

Entramos en un camino estrecho que bordea el lago Turquoise, la temperatura aun baja más y pasan más de dos horas hasta que empieza a amanecer. Ese tramo lo hacemos con frontal y hay que tener mucho cuidado con las raíces de los árboles para no retorcerse un tobillo.
Llegamos al primer avituallamiento, May Queen Aid Station (milla 13.5), tras 2h 7min . Nos encontramos bien. Empieza a amanecer y apagamos los frontales. Parece que hace aún más frío. Rellenamos bidones, comemos algo y continuamos. La salida del avituallamiento es especial, Carlos me dice que se emociona y todo, sólo los yanquis viven estas cosas de esa manera…con todo el frío y el madrugón (aún menos de las 7a.m.) la gente se sienta a ambos lados del camino, incluso con tiendas de campaña, toman su café caliente envueltos en mantas y no paran de animar a los corredores, pancartas incluídas. Me recuerda a un ascenso mítico del Tour de Francia. Sólo con eso merece la pena haber venido!




Desde May Queen empieza una subida larga a Sugar Loaf. Primero un tramo de bosque con algunos sube-bajas y luego una pista y un camino por donde sube un 4x4. Habíamos leído tantas cosas de la dureza de la subida a Sugar Loaf que estábamos con miedo, pero la verdad que no resultó para tanto. Ya sea porque aún había fuerzas en esa parte, o porque las durezas de las carreras en América son distintas a las europeas, pero fue agradable. También es verdad que fuimos andando la mayor parte, incluso cuando en una carrera más corta, es una subida poco técnica y tendida que invita claramente a correr.

Desde Sugar Loaf Pass (11071ft, milla 18), empieza la famosa bajada de Powerline (el tendido eléctrico). Sale en los vídeos y las típicas fotos de la carrera así que nos paramos a hacer una foto y un vídeo. Nos encontramos bien y viviendo cada momento a tope, es increíble estar en las Montañas Rocosas y en la famosa carrera de Leadville!

La famosa cuesta de Powerline

Llegamos a Fish Hatchery (milla 24 o Km 40) tras 4h 25min, primer avituallamiento grande donde habíamos dejado una bolsa con ropa, así que nos cambiamos la camiseta, nos secamos, comemos, disfrutamos el ambiente de los espectadores/fans, y seguimos en marcha. A partir de este momento los espectadores, que muchos son familiares y se repiten en cada punto, nos identifican como “los gemelos”, y así quedará ya hasta final de carrera. Aparte de nuestro parecido, vestimos una buena parte de la carrera con la misma ropa, con lo que era fácil identificarnos.


La gran recta que llega a Fish Hatchery, ¿quién no reconoce a Anton Krupicka corriendo este tramo?

Salimos de Fish Hatchery motivados. El ritmo es muy bueno. Se van notando los Km en las piernas tras varias horas, pero el ambiente nos lanza. A partir de ahí hay una zona de llaneo, tanto por carretera como camino, donde  la gente que puede trota (como nosotros), pero otros ya andan más que corren. Vamos adelantando gente y hablando de nuestras cosas y se pasan los Kms. Nos adentramos en zona boscosa. Una pequeña subida y a llanear por una cómoda pista. Hay que aprovechar a correr lo que podamos, eso marcará la diferencia entre llegar a tiempo o pasarlo mal.

Llegamos al avituallamiento de Half Pipe (milla 31) tras 5h 26min, repostaje de comida y bebida. Ahí ya tenemos la cabeza en la importantísima parada de Twin Lakes, ya casi lo tenemos! Pero antes toca una subida por el bosque un poco más larga de lo pensábamos, quizá eran las ganas de llegar. Sufrimos un poco y nos juntamos a un grupito de gente. La bajada a Twin Lakes desde el mini-avituallamiento de Mont Elbert (milla 36.5) es bastante vertiginosa, un camino estrecho con raíces que saltamos estando en pelotón, lo que ayuda para mantener un ritmo. Ya vemos la siguiente parada! Antes nos saludamos con Ramón Sánchez, el otro español que corría este año 2016 en Leadville. Venía recuperándose de unos calambres anteriores y, a la larga, se confirmaría la recuperación con un gran tramo para él entre Twin Lakes, Winfield y vuelta.

Tratamiento de herida en avituallamiento de Twin Lakes

En Twin Lakes (milla 39,5), donde llegamos tras 7h 17min, Carlos pasa por el botiquín. Tiene sangre en una herida en los dedos del pie y hay que curarlo si se quiere acabar esta carrera, no se puede subestimar. En este punto hemos decidido cambiar las zapatillas. Hasta ahora corrimos con las New Balance 1210 V1/V3 Leadville, idóneas para los tramos corribles que pasamos, pero ahora hay que cruzar un río, mojarse los pies, y afrontar la subida y bajada (en los dos sentidos) más dura de la carrera. Queremos dejar las NB Leadville secas y volver a ponerlas a la vuelta. También cogemos los bastones en ese punto.

Salimos frescos de allí, de nuevo nos reconoce bastante gente como “los gemelos”. La subida que afrontamos ahora afortunadamente no nos pillaba de nuevas porque la hicimos 4 días antes durante el periodo de aclimatación. Fue una decisión muy acertada. Tras cruzar el helador río empezamos la subida a Hope Pass con un gracioso cartel del sponsor New Balance que decía “Let the drama for the llama”. 



Paso del río glaciar Lake Creek
 
Vamos subiendo tranquilamente, sin prisa. Esta subida no puede ser de otra manera porque, además del cansancio, tiene 1000m de desnivel y llega hasta 3900m. La falta de oxígeno se nota a medida que asciendes, te mareas un poco y hay que parar a coger aire. Suena peor de lo que es, pero es dura, eso seguro.

Un rato antes de llegar a la cima está el bendito avituallamiento de Hope Pass (11836ft, milla 44,5), donde pasamos tras 9h 55min. No tiene muchas cosas, ya que no es un sitio muy accesible. De hecho, para portar el avituallamiento utilizan las famosas llamas. Vemos allí 20 llamas o más, y por supuesto nos sacamos una foto, qué curioso! Recuperamos fuerzas, ya que nos sentíamos muy débiles tras la subida. Lo suficiente para llegar más enteros a la cima de Hope Pass (12600ft) y coger con ilusión la tremenda bajada a Winfield. El paisaje al otro lado de la cima es diferente, más verde, pero igual de impresionante. Recuerda a los paisajes de las pelis!

 Las famosas llamas de Hope Pass: "Let the Drama for the Llama"


Antes de llegar a las llamas nos cruzamos con el líder de carrera, Max King, muy destacado. Un joven que, para nuestra sorpresa, acabaría en 9ª posición. 25 minutos más tarde pasaba Ian Sharman, más sonriente y saludando a los mortales que aún estábamos sufriendo en la subida. Para cuando llegamos a Hope Pass nos habíamos cruzado con 3 corredores sólo.

El tramo Hope Pass – Winfield es agónico. Estás destrozado de la paliza de haber subido a Hope Pass y piensas que es una corta y dulce bajada hasta la milla 50, pero no. La bajada es un zig-zag muy vertical que deja las rodillas machacadas, y no permite correr mucho al cruzarse con la mayoría de corredores. Además, una vez finalizada esa zona empieza un sube-baja por una zona de bosque que pica para arriba y que acaba de machacarte psicológicamente…donde demonios está Winfield!? Unas dos horas y pico tardamos en ese tramo.



 En Winfield, milla 50


Tras 11h17min estamos en Winfield, milla 50, con la pila totalmente gastada. Hay que recargarla. Estamos allí 30 minutos, bastante tiempo comparado con otros corredores, pero para nosotros lo necesario para afrontar lo que nos queda. En Winfield teníamos otra mochila con cosas “por si acaso”, y viendo el calor que hizo desde Twin Lakes, decidimos refrescarnos y cambiar ropa y calcetines.

Salimos de allí poco a poco tras unas 11h 45min horas desde la salida. Vagamente pienso que si tardásemos 13h15m a la vuelta haríamos un sub-25 y tendríamos una hebilla especial, pero los resultados de años anteriores decían que íbamos con poco margen para esa hazaña.



 Saliendo de Winfield tras 30 minutos, con las pilas recargadas


Esta subida desde Winfield a Hope Pass nos resulta, sorprendentemente y a pesar de ser más vertical, más llevadera que por el otro lado, dentro del calvario que vivíamos. Por un lado ya sabíamos lo que había, y por otro nos la tomamos como una subida de montaña clásica de tantas que hicimos en los Picos de Europa, a un ritmo lento pero constante a través del bosque y luego el zig-zag. Esa visión “montañera clásica” en la que Carlos marcó un excelente ritmo hizo que adelantásemos a muchos corredores, los cuales habían hecho parada más corta en Winfield.

Una vez en la cima de Hope Pass nos crecemos y pensamos que lo peor ya pasó, empezamos el descenso trotando cuando la mayoría de la gente ya no podía hacerlo. Pasamos el avituallamiento de las llamas tras 13h 48min. Volvemos a cruzar el helador río y hacemos la estratégica parada de vuelta en Twin Lakes, milla 60.5, tras 15h 40 min y con las últimas horas de sol, pensando que a partir de ahora será de noche, hará frío, y ya no tenemos más cambios de ropa hasta Fish Hatchery. Así que volvemos a calzarnos las NB Leadville, nos ponemos manga larga, nos ponemos el frontal,  y decidimos seguir con los bastones ya que la ayuda es imprescindible incluso para correr en los llanos.

 En Twin Lakes, tras 15h 40min

Estamos tranquilos, los peores momentos ya pasaron y psicológicamente jamás decaímos. Me sorprende la dureza mental de Carlos, que tuvo un año bastante duro con un hijo recién nacido y un trabajo exigente y no pudo entrenar lo mismo que yo. Pensé que lo iba a pasar peor o incluso a querer dejarlo pero no, y NO en toda la carrera, qué fuerza tenía el tío! De hecho, esta parte entre Twin Lakes y Fish Hatchery trotamos un montón de tiempo cuando la mayoría de la gente no podía. Son más de 100km ya en las piernas y es de noche, se oye a la gente charlar mientras sólo se ve la luz de sus frontales. El ritmo que Carlos impone me ayuda mucho, me hace correr incluso en tramos que no lo hubiese hecho si él no está allí. Impresionante.


Hacemos paradas en los avituallamientos sin duda más largas que la mayoría de corredores americanos, pero a cambio trotamos más en carrera y volvemos a enganchar con ellos o incluso les pasamos. Así iba la cosa muy bien, dosificando las fuerzas, hasta unos kilómetros antes de llegar a Fish Hatchery. Una zona llana de pista y carretera que deberíamos haber corrido pero que se nos hizo imposible. El hombre del mazo llegó de nuevo y decidimos caminar hasta esa parada, milla 76, donde llegamos tras 19h 31min. Al caminar, y con el frío que hacía, llegamos medio tiritando, así que en Fish Hatchery nos sentamos al lado de una de las estufas que tenían y nos tomamos un café calentito. El sueño era otro enemigo que había llegado, y era para quedarse…



Tras el último cambio de ropa y recopilación de fuerzas, sabíamos que “sólo” quedaban 24 millas, unos 40km, con el peligro de que sólo había un avituallamiento en ese tramo que se iba a hacer muy largo y frío, así que cargamos con agua extra y algo más de comida por si acaso. Salimos felices hacia la subida de Powerline (llamada así por el cable de tensión que sigue todo el camino y que se oye en la oscuridad que nos rodeaba) que nos pilló totalmente de sorpresa. Lo vimos muy bonito a la ida sin darnos cuenta de lo que suponía. Por este lado, la subida a Sugarloaf Pass es mucha más dura, mucho más inclinada, y parece no acabarse nunca! No puede ser que nos metan esto después de 125km…No en vano, aquí fue donde el líder destacado con 25 minutos (Max King) se fundió y tuvo que sentarse. El posterior ganador Ian Sharman no daba crédito de verlo en medio de la cuesta descansando, pero tras ofrecerle ayuda continuó hasta la victoria. Max tuvo el pundonor de seguir hasta acabar noveno.

Casi arrastrándonos llegamos a Sugarloaf Pass. El descenso por el otro lado es andando, hay muy pocas fuerzas y es un tramo con mucha piedra suelta perfecta para hacerse un esguince estando con tan pocos reflejos y teniendo tanto sueño. De ahí entramos en el bosque y agonizamos de sueño…no se acaba nunca! Pasan las horas pero no los kilómetros, hasta que por fin alcanzamos May Queen, último avituallamiento en la milla 86.5 y han pasado 23hh 40min desde la salida!

Ahí paramos unos 40 minutos pero nuestra barra de energía se recarga sola pensando lo poco que queda. En ese punto intentamos entrar en calor, ya que hace un frío de la leche. Yo arrastro un dolor de garganta que cogí tan sólo de respirar con tanto frío en las dos noches de carrera. Hablamos un poco con los voluntarios de May Queen que me preguntan si es más duro el Ultra Trail del Mont Blanc (UTMB) o Leadville. Y salimos con la intención de trotar lo más posible. Hasta ahora no habíamos podido pero quedan 13.5 millas sin avituallamiento y caminando puede ser la muerte, así que hay que hacer el último esfuerzo…






Y así es! Carlos pone un ritmo majo de trote a la orilla del lago Turquoise, lo suficiente para ir adelantando más y más corredores. Se hace de día y nos quedan tan sólo 5 millas! El tramo final de camino y carretera se hace muy largo, más de lo esperado, porque además pica hacia arriba y tenemos que caminar, no podemos más.

A 1 km para la meta nos paramos para poner la camiseta personalizada que nos hicimos para la maratón de New York de 2014 con nuestro nombre, debajo “Spain” y debajo las banderas de Asturias y España. Y así entramos en meta. Los dos hermanos-gemelos que la gente reconocía durante toda la carrera estaban acabando iguales…y juntos después de 27 horas y 27 minutos! Impresionante azaña, emocionante…


Ken Chlouber y su eterna compañera de organización, esperan desde la primera edición a todos los corredores, del primer al último, para ponerle su medalla y abrazar a todos, porque todos son héroes. Así, es ella quien nos puso la medalla y nos fundimos Carlos y yo en un abrazo. Épica aventura para recordar toda la vida, inolvidable!!

Luego unas fotos, luego un poco de comida, luego aparece Ken y nos sacamos más fotos con él, y de ahí a casa a descansar un poco antes de la entrega de las hebillas en unas pocas horas.



 Con Ken Chlouber y su compañera en la meta

Finalmente terminamos en la posición 132 y 133 de un total de 340 finalistas, que supusieron el 52% de los corredores que empezaron y, en porcentaje, el más alto de la historia de Leadville LT100!

Impresionante carrera, impresionante mi hermano, inolvidable atmósfera y sensación vividas…